jueves, 5 de octubre de 2017

Vincent Willem van Gogh: Flor de Almendro.

Las flores blancas tienen algunas luces color rosado, y el verde y gris de las ramas van a conjunto con el color del cielo azul y celeste.


La vista de van Gogh al crear la pintura es de abajo hacia arriba y por el tamaño de esta se puede llegar a la conclusión de que pensó que sería buena idea ponerla en la habitación del niño justo donde estaría la cabecera de su cama y, al mismo tiempo se podría pensar que subiría a un árbol, pero a decisión de la familia de Vincent, fue colocado sobre el piano de la casa de su hermano para que así quien se sentara al piano pudiera ver el cuadro desde una buena posición.



La pintura tiene toques de ideas de pinturas japonesas y en esta se plasma en gran parte toda la sensibilidad de van Gogh con la naturaleza.



A pesar de la falta de perspectiva, fijándose con atención puede apreciarse el volumen del árbol, el hueco que dejan las ramas entre sí.



Fue elaborada con pinceladas planas de distintas anchuras y direcciones, la obra está hecha con mucho cuidado y detalle; algunas cosas que destacan son los botones florales en distinto grado de evolución.


El cuadro es como un recuerdo dentro de una fotografía familiar ya que para Vincent la pintura significó todo lo que importó para él el nacimiento de su sobrino, le impactó tanto la noticia que fue su fuente de inspiración y puso en ella gran parte de su amor y sus sentimientos.


Representó alegría y con esto vivió un momento feliz después de haber pasado por varias situaciones difíciles así como también fue algo que le hizo crecer profesionalmente.



Flor de Almendro.



En esta pintura van Gogh expresa toda su experiencia y sus conocimientos: tiene detalles precisos, un naturalismo increíble y el toque del aire libre, así como también el simbolismo de su imaginación creativa.